miércoles, 27 de julio de 2011

La criada de Judith- María Jesus (Carixena)



LA  CRIADA  DE  JUDITH

En el ciclorama el cuadro de Artemisia Gentileschi, Judith y el asesinato de Holofernes, se trata del segundo cuadro de Artemisia que recoge la figura de la criada. Suena la música : Va pensiero de la ópera Nabuco de  Verdi



Muy poca gente se acuerda de mi, ni en la Biblia donde apenas se me nombra o en las representaciones pictóricas de lo que hizo mi ama Judith, es decir el asesinato de Holofernes, ni existo ni se sabe mi nombre; sin embargo; mi dueña jamás lo habría logrado sin mi
Mi ama, una viuda rica, preocupada porque nuestra ciudad Betunia estaba ocupada por las tropas de Holofernes, se enteró que mientras ella paseaba a veces por las murallas de la ciudad el caudillo babilonio se había fijado en ella: Cierto que mi ama era mujer muy bella y el general un hombre acostumbrado a tener lo que quería. Mi señora, entones me envío a visitarlo en su nombre, fui y vine varias veces con recados cada vez más apasionados invitando a mi señora a su tienda para una cena y una velada que ella parecía eludir pero en realidad dedicándose al viejo juego de la seducción, haciéndose de rogar alegando  las dificultades para abandonar la ciudad por la desconfianza de las autoridades de su pueblo.

Una vez que mi dueña logró la ansiedad de Holofernes, este  convencido de su triunfo sobre la virtud de la dama, bajó su guardia y acabada su desconfianza, vencida por la ansiedad de su deseo, esperó esa noche en su tienda totalmente desguarnecido la visita de mi ama. Mi señora salió de la ciudad por una de las portillas, yo la acompañaba sin poder casi dominar mi miedo, íbamos a entrar en el campamento enemigo sin ninguna protección. Sin embargo encontramos el paso franco, nadie se interpuso en nuestro camino  hasta la tienda de Holofernes, solo un hombre fuertemente armado guardaba la entrada.

Una vez en la tienda, el olor a especias, a sándalo y a incienso hacía que el ambiente estuviera muy cargado, mi ama ricamente ataviada con sus ropajes más ricos se mostraba claramente sugerente, el general anhelante empezó a ofrecerle vino, mi ama disimuladamente me entregaba la copa y yo me deshacía del líquido como buenamente podía, la verdad es que me apetecía bebérmelo yo, dado el miedo que tenía.
Aparentemente mi ama bebía y el caudillo también, así una y otra vez, frenando mi dueña sus avances con una coquetería estudiada hasta que Holofernes con la voz pastosa y sus ademanes mas groseros cayó rendido sobre la mesa. Mi señora Judith, entonces, cogió su espada, mientras, por orden suya yo sostenía hacia atrás la cabeza del hombre muerta de miedo. De un solo tajo lo decapitó y agarrando su cabeza sangrante por los cabellos , la envolvió en su manto, salió de la tienda . Mi ama y yo salímos y atravesámos el campamento en medio de la oscuridad. Mas tarde, al amanecer su ejército aterrado y desconcertado, contempló, la cabeza de Holofernes, colgada en la muralla. Sus ojos sin vida no podían ver la huida de su ejército hacia Babilonia.

Una vez más la astucia de una mujer había vencido la fuerza bruta de los hombres y yo una pobre criada fui testigo de ello.

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