domingo, 3 de febrero de 2013

La mujer en la Edad Media

LA MUJER EN LA EDAD MEDIA
Nos debatimos en esta época entre las dos clases sociales fundamentales y la ausencia de escritos que nos den clara idea de la situación de la mujer en ese  momento ciertamente oscuro. Sólo los clérigos y algunos nobles nos dan idea del asunto. Solo se habla de la mujer bajo las dos perspectivas: La Virgen María que encarna la pureza y la religiosidad y Eva encarnación de todos los males, el pecado y la tentación.
Como en épocas anteriores a la mujer se la considera una disminuida mental que pasa de la tutela de un hombre al sometimiento a otro, así a lo largo de toda su vida, solo la viudedad liberaba en algunas ocasiones pudiendo entonces la mujer disponer de sus propios bienes. En todos los aspectos de la vida la mujer es un sujeto pasivo, así está excluida de la vida cultural, dela política y de las armas, con raras excepciones (Leonor de Aquitania, Juana de Arco, María de Molina, y algunas dedicadas a la vida religiosa como Hildegarda de Bringen que escribió diversos tratados y su opinión era respetada entre los hombres o Herrada de Landsberg con el Tratado “ El Jardín de las Delicias”). Sin embargo no fue hasta el S. XIII cuando la nobleza femenina pudo acudir a algunas escuelas. La salud, la educación de los hijos y las costumbres estuvieron en manos de las mujeres
Sin embargo durante esa época la mujer si logró algunas mejoras como no ser repudiada y no existir el divorcio, o tener que dar su consentimiento para el matrimonio, aunque frecuentemente ese consentimiento fuera forzado dado que en general las mujeres eran moneda de cambio. El llamado derecho de pernada, es decir el derecho del señor feudal a gozar de los encantos de una sierva antes que su marido en su mayoría era cambiado por un trueque económico dado que las mujeres de la  plebe en aquellos momentos no eran especialmente apetecibles para la nobleza: mal olor por falta de higiene y toda suerte de parásitos.
A la vez que la Iglesia exaltaba el amor cortés y el matrimonio, en el S. XIII repudiaba y perseguía la prostitución, no fue hasta el S. XIV y XV cuando se autorizó la apertura de Mancebías.
En el trabajo, reservado para la clase plebeya, la mujer debe compaginar sus tareas del hogar y crianza de hijos con las tareas del campo o cualquier actividad que realizara el marido: esquilar, herrar, barbero, o cualquier actividad del artesano y aunque siendo viudas podían continuar el negocio familiar no les estaba permitido asistir a las reuniones de los gremios. Algunos que estimaban que las prendas que elaboraban las mujeres tras hilar, tejer y coser debían ser desencantadas antes de usarlas. Si la mujer abandonaba el ámbito familiar sin casarse su destino sería la Iglesia si tenía dote, servir a los más nobles alimentándose con desperdicios y vestida con harapos,  la prostitución o la mera esclavitud. Todo un panorama para las mujeres de aquel tiempo.




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